domingo, 19 de mayo de 2013

De la torta de chocolate y la importancia en su elaboración...

Y la verdad es que sí mueve al mundo. Evidentemente hablo de la torta de chocolate.

De una buena torta de chocolate. De esas que están hechas con los ingredientes más finos. La receta que ha pasado generación tras generación de esa familia. Es la que se hace en los cumpleaños y los invitados siempre piden más. Segunda rebanada, tercera. Sobra para una cuarta, ¿por favor? y ¿qué hay de "mi mamá"?. Incluso hay invitados que amenazan con no ir, a menos de que haya de esa torta. La sensación que produce comerla es absolutamente indescriptible y por lo tanto todos esperan a que sea el próximo cumpleaños y poder disfrutar nuevamente de aquella explosión de placer en la boca, que indefectiblemente llega al resto del cuerpo, se extiende, estremece. Esa torta que siempre alguien querrá aprender a hacer con la misma excelencia. Porque vaya, es la mejor torta de chocolate. Y así tiene que ser. Porque mueve al mundo.

Sin embargo, hay suficientes tortas de chocolate en ese mundo. Y la mayoría no se ajusta con la anterior descripción. Las hay empalagosas, de esas que un bocado más es insoportable, y hay que pasarla con agua para poder terminarse la rebanada. Las hay simplonas, tipo "huevo sin sal". Las hay "light": sin azúcar, pero con Splenda, sin yemas, sin mantequilla, sin... vaya, ya no es torta. Las hay pegostosas, lo que las hace desagradables, porque se queda aquella pasta negra sobre los dientes y deja una especie de escupitajo viscoso que se mantiene allí sin importar cuanta agua bebas. Hay tortas de chocolate que tienen un sabor rancio, muy característico de los preservativos que les añaden para hacerlas comerciales. Hay otras que engordan demasiado. Demasiado. Más de lo que naturalmente debería engordar una torta de chocolate. Las hay divinas pero cuya consecuencia es una diarrea fulminante o el caso contrario. En fin, que de tortas de chocolate he probado suficientes, siempre en búsqueda de la primera.

Debo confesar que después de probarlas todas, la duda de la real existencia de la primera comienza a atormentarte. ¿Será que existe? ¿Cómo es posible que toda esta gente la ha probado una y otra vez y yo sigo escupiendo el mismo asco de torta empalagosa? Y aún sabiendo que así será, o que engorda, o que sufriré la diarrea fulminante, yo voy por ella, por la inadecuada, por la repetida. Asco.

Lo peor es que ya me han escrito en una hojita los ingredientes mágicos y milagrosos, y tengo una idea bastante clara de cómo tengo que mezclarlos para obtener aquella perfección, pero quizás por flojera, desesperación o impaciencia, siempre caigo por la incorrecta. Por la que sé incorrecta, entiendo incorrecta y veo incorrecta. Pero igual voy por ella, como si no fuese mi boca ni mi estómago, mas el sinsabor que deja aquella experiencia sí es muy mío. El sentimiento me corresponde, mas el cuerpo no. Como si fuese de dos personas distintas.

Y es que la verdad, en Venezuela es difícil llegar a todos aquellos ingredientes maravillosos. Aquella torta requiere mantequilla, azúcar, leche, harina, cacao en polvo. Todos con sus bajas frecuentes. Definitivamente no están todos en el mismo supermercado. Requiere premeditación, planificación, de modo que puedas contar con la torta predilecta el día de ese cumpleaños. Comprar la mantequilla cuando la veas, comprar el cacao en polvo cuando se te atraviese en el camino y sea aquello lo que menos esperes comprar ese día. Y lo más importante, no ir a la pastelería y comprar la primera que se atraviesa en tu camino. Por que esa NO es. NO insistas más. NO es.

La mejor torta de chocolate es de elaboración propia. Con los mejores ingredientes. Planificación. Paciencia.

Y buen provecho.

Sweet Nothing

"You took my heart and you held it in your mouth
And with a word all my love came rushing out
And every whisper, it's the worst,
Emptied out by a single word
There is a hollow in me now

So I put my faith in something unknown
I'm living on such sweet nothing
But I'm tired of hope with nothing to hold
I'm living on such sweet nothing

And it's hard to learn
And it's hard to love
When you're giving me such sweet nothing
Sweet nothing, sweet nothing
You're giving me such sweet nothing

It isn't easy for me to let it go
Cause I've swallowed every single word
And every whisper, every sigh
Eats away this heart of mine
And there is a hollow in me now

So I put my faith in something unknown
I'm living on such sweet nothing
But I'm tired of hope with nothing to hold
I'm living on such sweet nothing

And it's hard to learn
And it's hard to love
When you're giving me such sweet nothing
Sweet nothing, sweet nothing
You're giving me such sweet nothing

And it's not enough to tell me that you care
When we both know the words are empty air
You give me nothing..."


By: Calvin Harris ft. Florence Welch

sábado, 23 de marzo de 2013

El ladrón de lo posible...

Juventud sin juventud... Eso le dijo Audrey a Nico en Niza.

La juventud es esperanza por definición, por lo tanto, una juventud sin esperanza no es juventud. Podremos llamarlo de otra forma, pero definitivamente no es juventud.

Más allá de las horas que perdí hablando de política, más allá del compatriota al que le cerré las puertas por pensar distinto, más allá de los 14 años que escuché su nombre todos los días, día tras día, viendo como dejaba su huella destructiva y masiva como el paso de una manada de búfalos enfurecidos, este individuo se llevó mi juventud, porque se llevó mi esperanza. Trágicamente, ella no fue liberada con su muerte, sino que su estertor necrófilo se mantiene contaminando mi juventud, intoxicándola, asfixiándola, y no hay vuelta atrás. Es una esperanza que ya está perdida.

La esperanza de que todo puede mejorar, de pensar que todo se puede alcanzar, de que con estudio y trabajo el éxito está a abrir de boca. Tu, mi Julián, en quien tanto pienso, también estás fuera de esa esperanza. Pienso en ti y me veo irresponsable tan solo imaginándote a mi lado en este caos mayúsculo que de vez en cuando llamo Caracas.

Caracas la de la locura, la de la violencia desbocada, la de los precios ridículos, la de los empleados cansados y maleducados, la Caracas del no. La Caracas que siempre dice que no. Con su metro ineficiente, su gasolina barata, sus no hay leche, ni harina ni aceite. Caracas no tiene pitillos, Coca-Cola Light, no tiene toallas sanitarias ni preservativos. La Caracas llena de huecos en sus calles atestadas con carros viejos que valen como si fuesen año 2018. Caracas la del clima maravilloso, la que no sufre apagones a costa de las provincias, la del Ávila majestuoso pero quemado y miserable. La Caracas del Araguaney extemporáneo...

La Caracas que ya nada bueno tiene para ofrecer. La que se convirtió en cenizas en manos del que se llevó mi esperanza.

Audrey, le pregunta a cualquier venezolano: ¿Y piensas que esto va a mejorar?
Y todo venezolano le responde a Audrey, sin que le quede duda por dentro, la respuesta más simple pero más aplastadora: No.

La juventud sin esperanza.

La juventud sin juventud.

viernes, 15 de febrero de 2013

"Jeremy spoke in class...

...today"
"Jeremy" by Pearl Jam

lunes, 8 de octubre de 2012

Al otro lado...

"Ojalá que las hojas no te toquen el cuerpo cuando caigan,
para que no las puedas convertir en cristal.
Ojalá que la lluvia deje de ser milagro que baja por tu cuerpo,
ojalá que la luna pueda salir sin ti.
Ojalá que la tierra no te bese los pasos.

Ojalá se te acabe la mirada constante,
la palabra precisa, la sonrisa perfecta.
Ojalá pase algo que te borre de pronto,
una luz cegadora, un disparo de Nievi.
Ojalá por los menos que me lleve la muerte,
para no verte tanto, para no verte siempre,
en todos los segundo, en todas las visiones.
Ojalá que no pueda tocarte ni en canciones.

Ojalá que la aurora no dé gritos que caigan en mi espalda,
ojalá que tu nombre se le olvide a esa voz.
Ojalá las paredes no retengan tu ruido de camino cansado.
Ojalá que el deseo se vaya tras de ti,
a tu viejo gobierno de difuntos y flores."

Ojalá, de Silvio Rodríguez

sábado, 28 de enero de 2012

A Carlos Escarrá Malavé...

"¡Caramba 'ñero
se oscurecieron mis días!
alzó en vuelo mi alegría
cuando menos lo esperaba
triste mañana
sentí perder un tesoro
mi caballo rucio moro
donde yo siempre coleaba

Lo hallaron en el potrero
en el potrero
con la nuca reventada
parece que una centella
le dio una vuelta e' campana

Quién se iba a imaginar
que a mi caballito
algo malo le aguardaba
para quitarme la vida
dejando mi alma enlutada

Partí enseguida
al conocer la noticia
viendo la caballeriza
un poquito solitaria
llegué al lugar
donde estaba mi caballo
vi los impactos de un rayo
en medio de cuatro palmas

Más a la orilla de el río
con otras bestias
andaba la potra Zaina
dando vuelta y relinchando
bastante desesperada

Pobre mi caballo rucio
arrodillado
con la cabeza encajada
cuando fui a cerrar sus ojos
le brotaron sendas lágrimas

Pasó la brisa
desensillando añoranzas
mientras una garza blanca
observaba en la cañada
cantó un carrao
en una punta de mata
y una triste paraulata
enmudeció la sabana

En las arenas del río
mi rucio moro
dejó sus patas marcadas
cuando con su potra fue
a retozar en la playa

La soga de mi cariño
de mi cariño
apareció reventada
por unos cuantos tirones
del destino en su jugada

Adiós amigo
me brotó del corazón
sentí gran desolación
cuando le daba la espalda
un hueco grande
donde su cuerpo cupiera
y encima del poco e' tierra
mi sombrero pelo e' guama

Pa' que el rocío mañanero
caballo rucio
humedezca mi plegaria
y los albores del tiempo
le den su gracia temprana

Que le traigan serenata
los pajaritos
que vienen de la montaña
para que su negra senda
se le convierta en hazaña

Cayó la tarde
enmarcada en arreboles
cuantas lunas cuantos soles
presagiaron mi nostalgia
se fue el Jilguero
que pregono mi alegría
pedazo de vida mía
retacito de mi infancia

Querubín de mis anhelos
de mis anhelos
cercanía de mi distancia
cuanto quisiera quitarle
al mastranto su fragancia

Ceñirme en el desespero
de aquel lucero
que titila y se quebranta
el que muere lentamente
amoldado a mi esperanza

Caballo rucio
te saliste del corral
convertido en vendaval
volaste la puerta e' tranca
jamás pensaste
que te acechaba la muerte
culpable tu mala suerte
que te condujo a la trampa

Entre lienzos del recuerdo
caballo mío
inerte queda tu estampa
para tus tantos amigos
un manantial de añoranzas

Hoy tu destino es un bongo
bongo perdido
de canalete y palanca
varado y abandonado
en los confines de Arauca

Silla y bozal
se preguntan con dolor
porqué el destino traidor
no cambiaria su morada
la talanquera
que bastante le apoyó
triste también comentó
está de luto la manga

Desde el coso hasta el tapón
se oye un murmullo
de entre cortadas palabras
y las muchachas reparten
en lluvia cintas doradas

Con la tarde veranera
allá en el monte
se oye cantar la chicharra
y un vesperal de nostalgia
se lleva el viento en sus alas

Agüita fresca
está ofreciendo el jagüey
mientras allá en el caney
me aguarda mi campechana
grito altanero
de soberano sentir
tu no te vas a morir
mientras existan sabanas

Desde un rincón oriental
en Venezuela
por el estado Monagas
hasta el impetuoso Meta
en las tierras Colombianas

Remontando en Orinoco
el río Apure
Casanare y el Vichada
para morirte de viejo
en las ondas Araucanas"
 
La muerte del Rocio Moro, por Reynaldo Armas 

domingo, 15 de enero de 2012

Anhelo y melancolía.

¿Y qué hago con estas ganas de buscarte? De escribirte y que todo vuelva al sitio que corresponde. Tu y yo en un café, riendo. Filosofando. Hablando de zapatos y miramar.

Dime cómo hago para explicarte. Para que comprendas que te quiero, sin importar las veces que tu no me quieras.

Te necesito. Mucho.

Y sólo te consigo en la luna, en Cortázar, en el verde. Ya no estás y me duele, y no sé como hacerte volver.

Maldita ignorancia emocional. Maldito egoísmo. Desgraciado orgullo. Evidente complicación.

Fuimos eternos. Permítenos los tiempos verbales presente y futuro, de nuevo. Por favor.

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