jueves, 27 de mayo de 2010

El respeto

Así que me senté a disfrutar de la voz de los demás mientras llegaba tu turno. La verdad es que me molestaba la falta de seriedad de mis compañeros. Se supone que en una Sala de Conciertos, el comportamiento debería ser apropiado al espacio. Me pregunté qué pensaría Villanueva si estuviese allí, vestido tan propio como siempre y fuese testigo de aquella querella absurda, en aquel lugar que diseñó para la elegancia y el acomodo.

Sin embargo, me relajé, pensé "son muchachos" como si yo tuviese 40 años más que ellos, y decidí ponerme a gritar yo también. Total, 3 de mis amigos iban a cantar, y yo tenía que apoyarlos.

Rodolfo fue el primero de nuestra escuela. Confieso que me sorprendí al verlo. El cabello largo y oscuro partía su cabeza por la mitad, las arrugas profundas, aquellas que demuestran lo mucho que ha vivido, y lo mal que esa vida lo ha tratado. Y sin embargo, allí estaba con su camisa roja y su voz absolutamente ronca, disponiéndose a interpretarnos "Venme a buscar" de Henry Martínez.

Si de por sí es difícil enfrentarse a un público cualquiera, cómo habrá sido para Rodolfo darse cuenta de que todos reían... De su aspecto, de su piel morena, de su voz hermosa. Demasiado hermosa para que ellos la notaran, porque ya no tenían oídos, porque fueron cercenados por el irrespeto y la desconsideración.

Y aún así, cantó... Toda la canción.

Para mi deleite, y para la furia que me producía las ganas de detener aquel lastimoso espectáculo y preguntarles desesperadamente hasta dónde llega su grado de absoluta idiotez.

Fue lastimoso no por Rodolfo, ni por Germán que fue el próximo al paredón, sino por ellos. Por ellos que son incapaces de darse cuenta de que el respeto es la base de absolutamente todos los valores que nos faltan para llegar a ser la mitad de lo que alguna vez fuimos.

La Venezuela del que se vestía de traje para ir al teatro, y de la mujer que no se iba en shorts a misa. De la UCV en la cual el estudiante de Derecho era incapaz de entrar a clase con la gorra puesta y mucho menos pensaría en irse con zapatos sin medias.

La Caracas del hombre que jamás se le pasó por la mente que su nieto iba a andar por el barrio con la barriga de cervecero a la vista de todos con la Polarcita en la mano a las 10 de la mañana.

La Venezuela que alguna vez fue posible.

Y que ya no lo es...

Porque la "créme de la créme" de la academia de la política y del derecho no es capaz de observar el coraje y la prestanza sino que crean lo ridículo y lo monstruoso en lo que por esencia es natural y hermoso.

Así que me resigné... Y tuve que observar aquel horror en absoluto silencio, sin poder hacer más nada sino concentrarme en escucharlos y sentirme desgraciada de formar parte de aquel corral de desadaptados.

En fin, cantaste tu, y no escuché la letra.

Yo quiero que me cantes "Leyenda de los dos"...

Para mi y para quienes deseen realmente escuchar.

miércoles, 19 de mayo de 2010

lunes, 10 de mayo de 2010

she...

She tends to always get ugly girlfriends...
This way, she never feels outshined.

She is always the prittiest of the lot.

What a pitty. She ain't anymore.

domingo, 9 de mayo de 2010

¿Recoleta?

Iba por la calle, aferrada a su mano, con miedo de perderme en Chacao, la zona más organizada de la ciudad, si llegaba a soltarlo. Él sabe que si deja mi mano libre me voy a perder.

Eran como las 6 de la tarde y todavía no anochecía, pero el cielo tenía un brillo de un color indefinido que hacía que los edificios lucieran aún más europeos.

Entonces pensé que si fuésemos turistas pensaríamos en lo hermoso que era este paisaje. Con los letreros antigüos que adornan las entradas de las tiendas y los restaurantes riquísimos y prohibitivos al bolsillo, y el placer de comerse un Cocosete acompañado de una Coca-Cola mientras se camina, y la impresión de constatar que las patrullas de la Policía son modernas y decentes, y claro, con las bolsas de basura que ensucian las calles. Pensé que Chacao es a Caracas, lo que Recoleta es a Buenos Aires.

Y también pensé que a los porteños les gustaría nuestro proyecto para Caracas, y seguron nos visitarían a nosotros primero para luego ir hacia el sur de nuestro país, a la casa de Dios -la Gran Sabana-.

Me imaginé a la pareja europea paseando por calles de mi ciudad y preguntándole al transeúnte dónde queda la Plaza Francia, y me imaginé a este transeúnte respondiéndoles acertada y amablemente en un idioma que ellos pudiesen entender.

Ese día, todas las puertas lucían un espectacular tricolor que acentuaban la sensación de estar en casa, y que al mismo tiempo recordaban todo lo que falta para hacer de esa casa un hogar. Ese hogar afable con ese porteño y con ese europeo.

Pues volví al mundo real, a la conversación después de que me preguntaras ¿estás?, y entonces vi otra vez el edificio en donde queremos vivir, y llegamos otra vez al piso 3 del Balinger, a convertir los tomates que compramos en el mercado en una rica salsa.

Almorzamos y vimos una peli y comimos cotufas, y me fui, con la utopía en la mente. NO, no la utopía, con la Caracas posible...

A mi hermana le gusta la palabra...

PA nciTa