viernes, 16 de julio de 2010

Once in a blue moon...

It was finally there, I couldn't be happier.

The world to my feet, he left it there for me to take it. His world to my feet.

And I wanted it so badly, I wanted him since the first time I saw him. His dark hair, straight, brilliant. The unconscious gracefulness, the flawless and delicate features. The calm voice, the spectacular attitude.

He was everything I've dreamed off, and so he became.

It was hard for me at first. It felt so uneven, so unlogical for him to love me. But there he was, with the accidental -yet perfect- yellow roses bouquet, introducing me to his guitars, carrying me wrapped to his body all around his home, showing to me all of his memories.

And I loved him back as intensely as he did, maybe even more. I was absolutely and indefectibly in love with his brown eyes and his scented skin that it almost hurt. And I gave him everything I was, and let him shape my untouched and untarnished heart at his will, with no objections whatsoever.

I surrendered to him. Because every touch and every smile was worth it, no matter the consequences, no matter the suffering I already knew I was about to endure.

The pain we were both to endure, in diferent timings perhaps, but the same suffering at last.

And he warned from the very beginning, he advised me to fear him, to be afraid of May.

So May came, and I finally discovered that I had to give up, he forced me to do it. He once swore that he would always be there. That he wouldn't give up on me, but he did. He gave up when I needed him the most. When I needed him more that I ever had, only because I was about to loose him, to endure an existence that I was afraid to discover.

I uncovered it. He taught me how to love intensely, and how to grieve even more intensely.

Because once he was gone, "it was like a huge hole had been punched through my chest" and my pain was the only reminder that he was real. That he did love me, despite of everything.

Nothing I could possibly do could ease the pain, could take it away. I passed almost a year limited to exist, perfecting the charade that I still had some humanity left.

Three years later and it wasn't possible for me to stop thinking about him daily. I decided to forget. I decided to forgive.

Forgiveness finally healed the huge hole.

Thankfully, I started loving him again.

miércoles, 7 de julio de 2010

Instrucciones para viajar en autobús

Viajar interestatal en un bus de esos ejecutivos, no debería ser una proeza. Sencillo: se dirige a la estación, compra su boleto, está 45 minutos antes de la hora de salida, se sube, duerme y llega a su destino. Simple.

Ojalá y fuese tan sencillo.

Previo al viaje: lea las condiciones del contrato detrás del boleto. Uno de los porteros se puede poner necio y no dejarle subir como equipaje de mano un bolso que necesite, y que en efecto pueda subir al autobus. Pero usted, acostumbrado al dependiente irracional, se volvió irracional también y dejó el bolso en la cabina de equipaje y se montó en el bus, por no discutir. Grave error. Así que importante. Lea las condiciones del contrato.


La ropa de viaje: debe irse abrigado. No crea que por que sale de Caracas y va a llegar a Puerto Ordaz, o algún otro destino caluroso de este agraciado país, usted se puede ir ligero de ropa. Al contrario, usted debe hacer de cuenta como que va a llegar a la ciudad de Montreal en pleno invierno. Seguidamente le detallo: en la parte superior de su cuerpo, debe llevar una camisa cuello tortuga, un sweater ligero, y por encima un sweater de esos que uno obtiene por graduarse de la universidad, o en su defecto, de esos que se consiguen en las tiendas gringas tipo GAP o Abercrombie. Es importante que este sweater cuente con capucha y bolsillos de esos para meter las manos.
En las piernas, un jean NO es suficiente. Usted debe usar por debajo del bluejean de esas lycras que ahora llaman leggins. Créame, no exagero. El frío que hace en el autobús es una verdadera mentada de madre.
Ahora, en los pies, un solo par de medias, como se podrá imaginar es como si no tuviese medias, así que le recomiendo llevar un par de más. Y si tiene de esas medias de lana que eran de su abuela, se las recomiendo también. Si es alérgico a la lana como quien escribe, pues está jodido. El algodón es una tela que por naturaleza tiende a enfriar y no a calentar. Así que usted estará destinado a pasar 9 horas de viaje con los pies fríos. No se haga esperanzas. Serán 9 horas de pies helados.

El equipaje de mano: además de su billetera, estuche de maquillaje, papel de baño y esas cosas necesarias, debe llevar adicionalmente una cobija, para usted y para su acompañante .Este asunto de la cobija es de capital importancia. Hay personas que se las arreglan para llevar un edredón y si usted logra hacerlo caber en un bolso de mano, hágalo. No lo dude por un instante.

Además, debe tomar en cuenta que los autobuses pueden no estar en sus mejores condiciones y puede ocurrir que los ductos del aire acondicionado no cuenten con ventilas. Es decir, sea solo un hueco de donde sale un montón de aire frío, así que usted debe ingeniárselas para tapar este hueco, porque sino su estancia en el autobus será más penosa aún, ya que además, en este ducto de aire acondicionado, algún "ciudadano" se las arregló para introducir un papel con un chicle dentro. Así que usted debe retirar esto con sumo cuidado de modo que sus dedos no toquen el asqueroso chicle, y poner en el gigantesco hueco, algo que obstruya el paso del aire.

Una vez hecho esto, no se haga muchas esperanzas ya que por las cornetas de donde se supone que sale el sonido, no sale sonido sino más aire helado, así que, nuevamente, usted está jodido. Aún cuando removió el chicle, tapó los huecos con papel toilette y se acomodó debajo de toda su ropa, cobija y novio, igual va a sufrir un frío intenso, ya que las rejillitas esas de mierda por donde se supone que sale el sonido, son imposibles de tapar.

Durante el viaje: intente acomodarse lo mejor posible mientras el autobus no ha salido hacia su destino. Si usted mide menos de 1.60 m, usted va a necesitar algo en donde apoyar sus pies, de modo que no quede un hueco gigante entre su espalda y el asiento y pueda sentirse relativamente cómodo en el asiento-cama.
Ahora bien, no intente ver la película, porque pueden ocurrir dos cosas: la película pueden ser las últimas aveturas de Jackie Chan, o si se deciden en poner una agradable comedia gringa, ésta se va a dañar en la mitad, y nadie la va a arreglar ni pedir disculpas por la molestia.
Por otro lado, ni se moleste en intentar dirigirse al conductor asistente para que arregle el inconveniente. Si le toca la puerta, es como si el no estuviese allí para servirle. NO existe. NO hay forma de comunicarse con ellos. Ni lo intente. Si tiene una emergencia, confíe en la divina Providencia, porque en los seres humanos, ni de vaina.

Al llegar: sea agradecido con Dios por los agradables 30° C que hay fuera del autobus. Usted sentirá una sensación maravillosa una vez que vuelva a sentir sus pies y pueda empezar a desnudarse cual cebolla.
Fíjese que la marca del autobus es Buscar y no Frigidaire, y que las últimas nueve horas las pasó dentro de un vehículo y no dentro de un refrigerador.

En fin, en Aeroexpresos Ejecutivos no tienen ni la más mínima idea de lo que significa prestar un servicio, y tampoco saben que los pasajeros somos personas y no ganado, pero ni modo, a falta de competencia, y como dice mi abuela "estos son los bueyes que hay, y con ellos hay que arar".

viernes, 2 de julio de 2010

Julio 2010

Han sido tan fáciles de vivir para mi, que no me he dado cuenta de que han pasado.

Con fáciles, no me refiero a que no los haya vivido intensamente, porque en esta mitad de año, he crecido un mundo, de la mano caliente de aquel que me ha acompañado durante este tiempo. Por que con él y no precisamente por él, he empezado a conocerme y a no perderme más. A definir al menos que no quiero, y cómo hacer para no volver a permitir sumergirme en esas cosas que no quiero.

He aprendido a ser feliz en mi individualidad y también a ser feliz en compañía de otro. Y sigo aprendiendo.

Conocí el Sur de mi país. Puerto Ordaz. No-verde, como suele ser. La Llovizna, el Cachamay, con unos cuantos bastantes metros menos de agua. Al lado del generador principal de energía de este país, racionaban la electricidad 2 días a la semana por 4 horas. Vergüenza.
Pero ni eso me hacía triste, porque yo estaba con él, y él podía dormir hasta las 9 si yo estaba a su lado, y vimos como se unen los ríos. Y conocí a su hermanito y lo quise desde el primer día. Y jugué en el penetrable y me tomó fotos. Y logró que me pusiera cómoda en el autobus.

En esta mitad de año terminé el tercer año de mi carrera. No sin algunas dudas sobre lo que va a ocurrir después, sobre qué va a pasar cuando ya no tenga más años para estudiar en Caracas, y en dónde voy a trabajar. Porque en esta mitad de año también renuncié a mi trabajo como consecuencia de ese aprendizaje de entender cuáles son las cosas que no quiero. Y definitivamente, este trabajo no lo quería. Yo quiero ayudar a la gente. Y eso pretendo hacer.

Durante este periodo, también aprendí a manejar. Maravillosa sensación la de estar esperando a que el semáforo cambie con la avenida libre ante ti. Verde. Primera. Segunda. El motor se queja. Tercera. Y la emoción se acaba. Rojo. Neutro. Freno. Y luego otra vez... He encontrado en la Francisco de Miranda a las 9 de la noche un enorme placer. Amo manejar aquí. Lady Gaga de fondo. Ilan Chester esperándome en casa. Todo un lujo.

Y ya no peleé más en esta mitad de año. En la que logramos lo que individualmente nos propusimos. Paz.

Saludos, que por la otra voy.