lunes, 25 de mayo de 2009

Scaramouche

Lo vi a los ojos después del chino, leí lo que él mismo no sabe leer. Y me dijo después que nadie nunca lo había visto a los ojos. Así. Como yo lo hice ese día, y como lo hice todos esos días que vinieron después.
Porque "han pasado días y más días desde el primer día". Y si él viera en él lo que yo veo. Todo sería diferente, siempre. Porque él, y yo, una guitarra. Y la playa. En verano: para las hadas y el niño que vuela y requiere coser su sombra a sus pies, sin darse cuenta que se queda siempre con él. Porque él mismo es su sombra. Lo supe en "el pollo" y en el Mercedes, otro día de esos días.

Chino.
Pollo.
Carpaccio.
Café.
Dibujos.
(...)

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