sábado, 5 de septiembre de 2009

Piernas, ¿para qué os quiero?

¿Qué pasa cuando consigues que tu misma idea de ser, de ser tú, es derrumbada por unas pocas pero bien empleadas palabras? Qué pasa cuando creías que estabas en lo correcto, que estabas relativamente bien, que quizás no era lo mejor, pero se podía trabajar con eso.

Pero luego, algo pasa, un evento que derrumba tu ficticia estabilidad, te das cuenta de que el material es inservible y entonces te pones a dar brincos en el agua a ver si logras caminar fuera de ella en vez de aprender a nadar. Conozco gente que aprendió a nadar porque los lanzaron al mar. Y aprendieron a nadar por mero instinto de supervivencia.

Seguramente es así en todo. Sobrevivir, pero a veces tu método de supervivencia no está del todo bien, porque conviene mejor nadar que saltar. La actividad física de intentar saltar dentro del agua, te puede mantener a flote por un tiempo, hasta que al fin la iluminación llega, producto de la desesperación. O no llega la iluminación, te ahogas. A causa de la desesperación, también.

Pero si no puedes sentir desesperación, entonces ¿será que se puede aprender a nadar? ¿Cuál será el impulso para conseguir salir del error?

¿Se tiene que estar al borde de la muerte para aprender a nadar?

Todo en sentido figurado, claro está.
Gracias.

1 comentario:

  1. No cariño, se tiene que estar al borde del agua para aprender a nadar.

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