Estaba sentada en el piso del baño, escuchándote cantar... Escuchándolo a él cantar a través de ti. Pensando en las veces que estuvo ella sentada en el piso del baño haciendo lo mismo. Enamorada, feliz de ser dueña de ese amor, de ese hombre de lujo, del que sería el padre de sus hijos, del que era más joven que ella. De aquel que la vida le quitó tan pronto.
No sé imaginar cómo se sintió ella, su "figura exquisita". Su felicidad infinita. Las ansias de verlo salir empapado de la ducha para empaparse con él, y decirle que lo amaba con el alma muy bajito al oído.
Veo su sonrisa la primera vez que te sostuvo en sus brazos, que te vio a ti pequeñito y a Adrián más pequeñito. Siento que les cantaba a los tres, y que su voz los protegía. Veo esa sonrisa en ti cada vez que me hablas de Luis.
Pienso en él casi a diario, le doy gracias a él porque estás bien.
Y es que estuve a punto de llorar, no sólo por ustedes, sino por él. Porque no pudo estar, porque no te vio caminar ni hablar, porque no te escuchó cantar ni jugar futbol, porque no se trasnochó contigo para estudiar el día antes del examen de física.
Esas cosas cotidianas. Tomarse una foto, tener un celular, enseñarte a elegir naranjas, comprarte tres leches. Anudarte el nudo de la corbata el día de tu boda.
Pero está. Sí está, yo lo veo. Porque todos los días piensas en él, porque él vive en ti y en los que amó intensamente. Porque tu vida fue forjada por la ausencia de su cuerpo y por la omnipresencia de su alma.
Porque cada vez que me hablas de él comprendo que cada día hay más de ti en él y más de él en ti. Y que por él, no me cabe la menor duda de que serás el mejor papá.
No sé imaginar cómo se sintió ella, su "figura exquisita". Su felicidad infinita. Las ansias de verlo salir empapado de la ducha para empaparse con él, y decirle que lo amaba con el alma muy bajito al oído.
Veo su sonrisa la primera vez que te sostuvo en sus brazos, que te vio a ti pequeñito y a Adrián más pequeñito. Siento que les cantaba a los tres, y que su voz los protegía. Veo esa sonrisa en ti cada vez que me hablas de Luis.
Pienso en él casi a diario, le doy gracias a él porque estás bien.
Y es que estuve a punto de llorar, no sólo por ustedes, sino por él. Porque no pudo estar, porque no te vio caminar ni hablar, porque no te escuchó cantar ni jugar futbol, porque no se trasnochó contigo para estudiar el día antes del examen de física.
Esas cosas cotidianas. Tomarse una foto, tener un celular, enseñarte a elegir naranjas, comprarte tres leches. Anudarte el nudo de la corbata el día de tu boda.
Pero está. Sí está, yo lo veo. Porque todos los días piensas en él, porque él vive en ti y en los que amó intensamente. Porque tu vida fue forjada por la ausencia de su cuerpo y por la omnipresencia de su alma.
Porque cada vez que me hablas de él comprendo que cada día hay más de ti en él y más de él en ti. Y que por él, no me cabe la menor duda de que serás el mejor papá.
Nostálgico. Me gustan las escenas que pones una a una, como si en mi mente se dibujaran solas...muy bueno.
ResponderEliminarSaludos
¡Qué bonito escribes! Me conmoviste hasta las lágrimas. Cuando uno lee algo así, no deja de preguntarse dónde andaba Dios que permite que se vaya alguien que hacía y sigue haciendo falta y se quedan tantos malos bichos a j... la paciencia.
ResponderEliminarY así es, mi querida chiquita, la memoria y los buenos recuerdos nos protegen del vacío que deja el olvido. Yo quiero que cuando no esté aquí, tú y tu hermana sean capaces de hacerme venir para acompañarlas en los buenos momentos y confortarlas en los tristes. Te quiero mucho, muchísimo... Desde aquí hasta la punta de tu nariz, dándole un millón de vueltas al infino..