Y "Vitamina"... Ver a Dieguito Rojas siendo la voz de un grupo tan espectacular, caminando con paso seguro para hacer sus sueños realidad, y yo poder estar allí para verlos materializándose...
Sólo 80 Bs.
Pero estos 80 Bs. no fueron ni para pagar sonido, ni puesta en escena ni para pagar a los artistas. Estos 80 Bs. fueron para ayudar a una familia a pagar una deuda millonaria y absurda.
No fue emocionante ni me sentí feliz. Sólo quería echarme a llorar y salir huyendo de este país lo más rápido posible.
Roger Viloria, en la segunda década de su vida fue asesinado.
Mientras lo intentaban secuestrar, una bala lo tocó, y pasó 3 semanas en terapia intensiva entre la vida y la muerte, mientras todos sus amigos organizaban este concierto para ayudar a su familia a pagar los elevados costos de la hospitalización.
El mismo día que recibimos la noticia del concierto, el hampa le ganó a Roger. La muerte se lo llevó y no salió más música de él. Se fue, y dejó a su familia con el dolor de la pérdida de un hijo, de un hermano, y además, con la deuda absurda.
El concierto se dió por aquello de "la deuda".
Nadie quería estar allí.
Pudieron haber resucitado a Luciano Pavarotti junto a Celia Cruz y hacerlos cantar para nosotros y ninguno hubiese querido estar allí. Porque este concierto nunca debió haber tenido lugar.
No es justo que el orden natural de las cosas se altere, y mucho menos de esta manera. Que alguien le arrebate la vida a otra persona por que sí, por que le dio la gana. Por que le vale madre la existencia del otro. Por que no se les ocurre que ese chamo podría ser su hijo, o su amigo, hermano, cuñado, o el próximo Tito Puente.
Y es que es inevitable pensar que si la cuestión se hubiese quedado en el simple secuestro, el concierto de pronto hubiese servido para pagar el rescate, y tendríamos a Roger aún a nuestro lado. Y digo Roger, por ponerle una identidad a tantos como nosotros, en la plenitud de su juventud, que han sido arrebatados de la vida y de sus familias y seres queridos.
Hemos llegado al punto irreversible de darle gracias a Dios cuando nos enteramos de que algún secuestro salió "bien". ¿En qué cabeza cabe que las palabras "secuestro" y "bien" pueden estar en la misma oración y tener sentido?
Seguramente Roger hubiese continuado su vida en la música, triunfado quizás, se hubiese casado y tenido hijos. Y varios años después, durante el funeral de sus padres les hubiese contado a todos lo terrible que es ser secuestrado y la felicidad que sintió al verse reunido con su familia, y dentro, muy dentro, le daba gracias a Dios por estar allí, donde tiene que estar, siendo testigo del orden natural de la vida, y no ser él la persona dentro del ataúd, mientras sus padres lloraban su prematura partida de este mundo.
Esa noche, durante ese concierto, sólo le pedía a la vida una cosa, y lo repetía en mi mente una y otra vez:
- "Dios mío, nunca nunca me hagas partir de este mundo antes que mis padres. Permíteles el privilegio de morirse antes que yo, como tiene que ser. Permíteme el privilegio de llevar las cenizas de mamá al mar, y de pagar por el funeral de papá. Por favor..."
Si Dios existe, yo también le pido ese privilegio. El orden natural de las cosas es que ustedes lleven mis cenizas al mar. Amén.
ResponderEliminar