lunes, 15 de junio de 2009

Miércoles inusualmente genial...

Fue un miércoles. Un miércoles de enseñanzas y moralejas. Fui a sacarme la sangre, tenía hambre, esperaba... Al fin. Dos tubitos después y para dentro de 5 días hábiles, fui con mi papá a comer el anhelado pastelito de pollo, café y juguito. La mañana había transcurrido normalmente. Me despedí de él, me metí en el Metro de Caracas rumbo Bellas Artes.

Una vez allí, caminé; con el paso apretadito de siempre, pensando en quien esperaba por mí en el 16-L, y sonó el celular, lo busqué, y el mundo se me cambió de altura y yo no entendía nada. Con el teléfono en la mano y seis hombres alrededor mío... Había metido la pierna en una sucia alcantarilla... Hasta la rodilla, mi otra pierna delante de mi y yo veía el agua negra, muy negra.
Los venezolanos, el caraqueño... Sin ellos aún estaría allí, con mi pie y mi glamour atorados en la inmundicia. Entonces, agarré fuerte fuerte mi bolso -"porsia me roban"- pensé, y les dije que se esperaran, mi pie estaba muy atorado y no quería hacerme daño. Me ayudaron: un señor con mucha delicadeza, se ensució las manos y me sacó de allí. Logré ponerme de pie, me preguntaron si estaba bien, si necesitaba más ayuda, les di las gracias con toda mi alma, y me fui. Asustada.

Llegué con el pantalón sucio, y las manos, y la franela. Él se reía de mí... Me lavé las piernas. No tenía ni un rasguño, no había riesgo de infecciones mortales. Así que me puse mi pantalón sequito, él se seguía riendo, ya conmigo, por haber metido el pie en una alcantarilla de esas de las largas que es imposible no ver, todo por andar buscando el celular. Y pasamos una tarde genial...

De regreso a casa, la rutina de siempre. El Metro, los taxis... Legué a casa, y antes de no verlo, le dije a mi mamá -"dejé el celular en el Taxi"... Ese celular responsable de un morado en mi rodilla derecha, pero que quiero tanto porque está rotico y tenía la fundita que me robé en Holanda. Pero yo tenía fe, porque esos señores, esos señores son honestos y ya ese día me había conseguido con gente buena. Así que confié, y lo dejé para el día siguiente.

Le pregunté a otro conductor, Wilmer, que siempre ha sido educado, y amable, que suele sonreír incluso en la peor de las colas... Y me ayudó, lo recupéró por mi. Y seré la que llegará a Digitel a activar una línea en el mismo equipo. En el equipo que recuperé porque Diosito todavía tiene gente buena y generosa. Wilmer no me pidió ni un centavo, de hecho me trajo a casa y no me dejó pagarle.

Tengo mi celular, mi funda hurtada y mi morado en la rodilla derecha, y el recuerdo de un miércoles inusual, pero genial...

Eso fue el miércoles 10 de junio de 2009.

1 comentario:

  1. Porque a la gente buena que es buena con los demás, le pasan cosas BUENAS. Es sencillamente la ley de toma y daca del Universo, que a veces anda a destiempo, pero que siempre anda. Te quiero siempre, por buena, por linda. Tu abuela decía que la belleza no es perdurable pero la bondad sí. Tenía razón. En muchas cosas...

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